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La Fiesta de Los Recuerdos

El anciano revisaba en su mente las páginas de la memoria que no había mojado el mar de la vejez. Recuerdos nítidos y preciosos, después de que el tiempo pusiera en la hoguera los de angustia y sufrimiento. Sentado en su sillón orejero, sólo le acompañaban en ese soleado salón las motas de polvo que planeaban en el aire. Estaba vestido como siempre, para una ocasión especial y el sonido de las olas en la cercana orilla le marcaban el paso del tiempo en la silenciosa casa. Valoraba en ese ambiente la soledad que él había elegido. Esta carta empieza en el preciso momento en el que recordó una etapa concreta de su vida, en el mismo minuto que la intensidad de las vivencias le hizo llenarse el pecho de orgullo para que inmediatamente después, una salada gota se deslizase por su arrugada mejilla. Se sentía orgulloso por la vida que decidió llevar, de nunca haber bajado los brazos y haber tenido siempre la misma convicción en sus posibilidades. Recordó la cita que algún amigo le dij

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